Parafilia es el nombre que aporta la sexología del siglo XX a lo que antiguamente se denominaban perversión o desviación sexual.
El enfoque humanístico y globalizador entiende que la conducta sexual humana está llena de variaciones y connotaciones personales altamente respetables, pero que pueden llegar a convertirse en un problema cuando atentan contra la libertad de las personas y son vividas con angustia originando problemas y creando alteraciones en la vida familiar, laboral y social, especialmente por su carácter compulsivo.
Así, se puede definir las parafilias como todo estado en el que la excitación y gratificación sexual de la persona depende exclusivamente de la fantasía recurrente o realización de un acto especial e insólito que se convierte en el foco principal de la conducta sexual.
Se da con mucha más frecuencia en varones que en mujeres y suele tener su comienzo en la infancia y pubertad aunque se manifieste más tardíamente.
Algunas parafilias pueden aparecer en momentos específicos de la vida de una persona cuando ésta se encuentra sometida a situaciones especiales o momentos de gran estrés.
Hay que diferenciar una parafilia de la curiosidad y experimentación de determinadas conductas sexuales. La persona que realmente sufre una parafilia se ve asaltada constantemente por la necesidad de satisfacer su deseo sexual, incluso aunque esto interfiera en su vida diaria, despreocupándose en muchos casos de otras responsabilidades.
Por ejemplo, no es lo mismo tomarse una copa de vez en cuando, porque apetece y en un contexto determinado, que depender del consumo del alcohol y no poder dejar de pensar en ello, destinando todos sus recursos para conseguirlo y sentirse frustrados/as y ansiosos/as si no lo consiguen.
Hay muchas conductas sexuales que pueden llegar a convertirse en parafilias, nombraremos las más comunes, no por más practicadas sino por más conocidas y estudiadas.
Existen diversas parafilias entre las cuales se mencionan:
Acrotomofilia: La excitación depende de que la pareja tenga alguna amputación, ya sea un brazo, una pierna o un dedo. (más…)
Tratar las parafilias es un reto para la psicoterapia, la psiquiatría, la criminología y otras disciplinas, la finalidad es que el paciente abandone la parafilia que hace daño a terceras personas como lo son la paidofilia, exhibicionismo, frouterismo, voyeurismo etc.
Muchos pacientes pueden ser ayudados a vivir más satisfactoriamente que como se encuentran, alcanzando un mejor control consciente y autodisciplinado por medio de asesoramiento y de psicoterapia.
Medicamentos como antipsicóticos, antidepresivos o anti-androgénicos han dado buenos resultados en algunos pacientes. En la mayoría, el aislamiento social (cárcel) es lo único que evita se siga dañando a terceras personas.
Las parafilias que no hacen daño a terceras personas en donde ambas partes de la pareja lo disfrutan y están de acuerdo en llevarlas a cabo no necesitan tratamiento alguno.
Son conocidas como desviaciones sexuales, pues el placer sexual se alcanza con prácticas anormales de conducta. Existen tres grados de parafilias clasificadas por la Asociación Mundial de Psiquiatría.
Mínimo: obtención por medio de fantasías que no alteran las actividades sexuales normales.
Acentuado: Se busca de manera insistente la realización de la fantasía para alcanzar la satisfacción sexual.
Dependiente: La fantasía erótica afecta o interfiere en la relación sexual, de tal forma que se pierde la libertad de elegir y no se puede dejar de actuar de cierta manera.
Se da un carácter impulsivo cuando lo único que sacia la excitación es la realización de esa fantasía. De tal forma que la parafilia puede convertirse en una adicción, donde el individuo
solo llega a la excitación a través de esta.
El empleo del término “parafilias” para reemplazar el concepto de “perversiones” es un hallazgo de la sexología del siglo XX. No se trata meramente de una nueva denominación diagnóstica.
Presupone un enfoque humanístico científico que integra desde los descubrimientos del funcionamiento cerebral, según quiere la neurociencia, hasta las maniobras sistémicas de los terapeutas que tratamos la conducta sexual humana.
Conocer las variantes del erotismo en sus diversas formas de estimulación y su expresión comportamental acrecienta el conocimiento de la sexualidad llamada “normal”.
Solemos emplear criterios estadísticos o ideológicos para clasificar las formas del deseo, la excitación y el orgasmo humano. Havelock Ellis, el eminente médico inglés, se refiere a las alternativas o variantes sexuales cuando expresa: “Todo el mundo no es como usted, ni como sus amigos y vecinos. Incluso sus amigos y vecinos puede que no sean tan semejantes a usted como usted supone”. Comprender las parafilias implica saber hasta dónde los hechos del desarrollo del sexo y sus emociones pueden ser uniformes y constantes.
Delimitación del término “parafilias”
Denominación proveniente de la Sexología.
La Sexología es una ciencia proveniente del siglo XIX. Presupone el estudio de los seres humanos como individuos sexuados, en su carácter de varones, mujeres o ambiguos. Incluye sus sentimientos, en cuanto a sentirse varones, mujeres o ambiguos (identidad de género), y sus conductas, sentimientos, fantasías derivadas de su ser sexuados. También estudia las dificultades en sus actividades sexuales y la resolución de los problemas sexuales.
También la Sexología se ocupa de las diversas formas en que podemos ser sexuales. Es decir, de las variantes de la conducta sexual. Cuando esa conducta sexual varía, con referencia a una presunta norma, según una cantidad de condiciones que pasaré a considerar, hablamos de “parafilia”.
Pautas básicas de conocimiento sobre la sexualidad
- La respuesta sexual, al igual que la sexualidad, tiene un marcado carácter propio y específico de cada persona.
- Se ha demostrado científicamente que la respuesta sexual tiene especificidad e identidad en función del género. Las diferencias entre la de la mujer y la del hombre se evidencian en numerosos aspectos.
- El deseo sexual sustenta todas las fases de la actividad sexual y sin él no hay excitación. Si los niveles de deseo son altos la respuesta sexual es más fácil y alcanza mayor intensidad.
- La motivación juega un papel muy importante en el deseo. El acto sexual no se realiza sólo por ser una necesidad física o de descarga orgásmica, hay otros factores motivadores esenciales como la necesidad de unirse y conectarse, de abrazar y ser abrazado/a, de amar y ser amado/a, el deseo de sentirse seguro/a, o incluso de sentirse dominado/a o de realizar una conquista. También la necesidad de emociones e incluso el riesgo pueden estar implicados en el deseo sexual.
- Los pensamientos y fantasías sexuales contribuyen en el complejo proceso del deseo sexual. Al igual que pensar en la comida favorita puede estimular el hambre, una fantasía sexual o la visión de imágenes seductoras pueden incrementar el deseo y la excitación.
- El nivel de deseo no es fijo ni invariable y puede aparecer cuando menos lo esperamos, aunque depende en gran manera del estado de ánimo.
- Entre ambos miembros de la pareja sexual se produce una interacción física y psicológica recíproca; hay una “química especial”, de tal modo que la excitación sexual de cada uno de ellos procede de sus propias sensaciones y también de cómo se percibe la excitación del otro/a. Si nuestra pareja se excita mucho, por lo general aumenta nuestra excitación. Si por el contrario la percibimos distante y poco excitada, es fácil que nuestra pasión disminuya. De ese modo las parejas con “buena química” ven incrementada la pasión y el placer.
- En el hombre, durante la fase de excitación, las erecciones pueden presentarse con mayor o menor rapidez. Aunque existe gran variabilidad de unas personas a otras, los jóvenes suelen tenerlas con más rapidez (sobre todo si se comparan con mayores de sesenta años). En el transcurso del encuentro sexual, las erecciones pueden variar de intensidad e incluso aparecer y desaparecer. Si se produce una disminución en la intensidad de la erección o incluso su pérdida, por el motivo que sea, tal hecho se debe asumir con tranquilidad y se debe continuar con el juego erótico: hablarse, besarse y acariciarse. Con ello, el mecanismo reflejo de la erección se pondrá de nuevo en marcha y reaparecerá. Con bastante frecuencia el hombre interpreta esta variación de la intensidad eréctil como una señal de que algo no funciona bien y esto conduce a que se produzca un trastorno sexual real.
- El tamaño del pene preocupa al hombre y también a la mujer. Es necesario saber que un pene grande en estado flácido crece de manera proporcional menos durante la erección que un pene pequeño en estado flácido. El tamaño del pene flácido varía de unos hombres a otros, pero se acerca mucho durante la erección. Esta preocupación se ha incrementado con el visionado de las películas pornográficas, en las que, además de seleccionar hombres bien dotados, se realiza un trabajo de cámaras engañoso para exagerar el tamaño del miembro viril.
- La estimulación del clítoris resulta excitante para muchas mujeres. No obstante, la mayoría de los hombres, incluso los que se creen expertos amantes, está lejos de ser habilidoso en sus caricias sobre el órgano. Entre los errores más frecuentes de los que las mujeres se quejan se cuentan:
- Muchos hombres buscan el clítoris de manera inmediata y una vez encontrado lo estimulan de manera brusca antes de iniciar los besos, caricias y abrazos.
- El estímulo suele realizarse de manera constante y la mujer prefiere que su compañero sexual después de acariciarlo un tiempo lo deje para volver posteriormente.
- A muchas mujeres les molesta el estímulo directo del clítoris, prefieren ser acariciadas en la zona por encima o alrededor de él.
- Puede resultar irritante su tocamiento con dedos secos o ásperos, debido a que en el clítoris no hay lubricación. Para suavizar las caricias, se puede usar desde saliva a lubricantes artificiales y, desde luego, lubricante vaginal.
- La fase de meseta no siempre se diferencia de la de excitación, de la que es una prolongación tanto en intensidad como en tiempo. A menudo se considera como un breve momento entre la excitación y el orgasmo.
- En la mujer, durante la fase de excitación-meseta, se produce hinchazón en el tercio externo de la vagina (la llamada plataforma orgásmica), que se expande hacia dentro y se estrecha en su interior acogiendo y sujetando el cuerpo del pene. Dicha plataforma orgásmica, rica en terminaciones nerviosas sensibles, se acomoda casi a cualquier anchura del pene y las sensaciones placenteras producidas por la estimulación y el roce en su interior son, para muchas mujeres, muy placenteras. Debido a este mecanismo de estrechamiento, el ancho de la erección del pene es menos importante para la estimulación sexual de la mujer de lo que generalmente se cree.
- Al mismo tiempo, en esa misma fase se produce una elevación del útero y los dos tercios interiores de la vagina, más pobres que el tercio externo en terminaciones nerviosas sensibles, se alargan. Debido al menor número de terminaciones nerviosas sensibles, las sensaciones placenteras procedentes de esta zona vaginal son menores, lo que representa otro argumento más en contra de que el tamaño del pene erecto sea esencial para que la mujer alcance más placer durante el coito, como algunas personas creen.
- Durante la fase de meseta, el clítoris parece desaparecer, lo que puede desconcertar a algunos hombres que tratan de localizarlo de manera visual. Esto es debido a que, aunque se agranda, el glande del clítoris no se ve al retraerse contra el pubis y en cierta manera queda oculto por la hinchazón que experimentan los labios de la vagina.
- En la actualidad, no se acepta como meta ideal del acto sexual que el orgasmo sea simultáneo, tal y como se consideraba en las décadas de 1950 y 1960. Tal experiencia, cuando sucede, puede ser gratificante para la pareja, pero no se justifica el esfuerzo en lograrlo y menos sentirse decepcionado si no se obtiene. Que acontezcan ambos orgasmos por separado nos da la oportunidad de disfrutar tanto del orgasmo propio como de vivir y ser conscientes del de nuestra pareja.
La consecución del orgasmo por separado en la pareja da la oportunidad tanto de disfrutar el propio placer como de vivir y ser conscientes del de la pareja
- En el orgasmo, el proceso fisiológico que se produce en la mujer es similar al del hombre, con la diferencia de que en el masculino se alcanza un punto a partir del que la eyaculación es inevitable. Por el contrario, en la mujer, aun estando a punto de suceder, el orgasmo se puede bloquear a causa de cualquier interrupción o cese de la estimulación.
- Muchas mujeres, cuando la excitación es muy intensa o durante el orgasmo emiten de manera pulsátil fluidos vaginales, en un proceso parecido a la eyaculación masculina.
- Algunas mujeres tienen capacidad para alcanzar varios orgasmos sucesivos si la estimulación continúa.
- Hay situaciones en las que uno o ambos amantes no alcanzan el orgasmo. Éste es un tema candente y de debate. La importancia que se da al orgasmo propio en el encuentro sexual todavía no es la misma para el hombre y la mujer. En la actualidad, parece que la mujer, en mayor medida que el hombre, considera su propio orgasmo un complemento a su experiencia sexual más que el objetivo de ella.
- La anorgasmia no puede ser considerada como una variante normal de la sexualidad femenina. También se da en los hombres, sólo que cuando es el hombre quien no consigue el orgasmo lo identifica con un problema, mientras que hay un alto número de mujeres que no han tenido nunca un orgasmo y no se sienten preocupadas al respecto. Lubrican, se excitan y no se consideran anormales ni privadas de algo. No obstante, cada vez con más frecuencia las mujeres anorgásmicas o con orgasmos infrecuentes se preocupan por este hecho y buscan la manera de solucionar el problema.
- La mujer que alcanza el orgasmo sólo ocasionalmente por diversas razones (escaso deseo, falta de destreza y cooperación del compañero, factores circunstanciales, etc.) sólo debe de considerarse afectada de algún problema sexual cuando su frecuencia orgásmica es tan baja que le produce insatisfacción. En este caso, debe considerase afectada por un trastorno sexual que se debe abordar, de manera similar a lo que ocurre con la disfunción eréctil del hombre.
- Hace dos décadas se consideraba la impotencia en el hombre de cierta edad como normal, pero hoy se sabe que es consecuencia de diversas enfermedades (diabetes, depresión, trastornos psicológicos, etc.). Esto ha permitido romper con el binomio impotencia-edad, lo que ha facilitado el descubrimiento del origen de la disfunción eréctil y su tratamiento.
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¿Qué es la Anorgasmia femenina?
Definiéndola un poco por encima, podríamos decir que la anorgasmia femenina es la incapacidad o dificultad que experimenta la mujer para alcanzar el orgasmo. O, tal y como lo explica Lopiccolo (1990), también podemos definir la anorgasmia femenina como “la persistente dificultad o incapacidad para obtener orgasmos dada una estimulación adecuada y una fase de excitación normal”.
Un dato que debemos tener presente es que existen etapas en las que la mujer siente la ausencia de orgasmo por pequeños periodos. Estos periodos pueden sobrevenir después de un acontecimiento importante, como por ejemplo después de que la mujer haya salido de la etapa del parto y se haya detectado algún daño físico; cuando las relaciones conyugales se encuentran en crisis o cuando se dan problemas familiares, etcétera. Si todos estos acontecimientos no son gestionados de la manera adecuada, pueden desembocar en una ausencia de orgasmo y en el hecho de no poder disfrutar plenamente de la sexualidad. (más…)
Misofilia. Buscando el Placer sexual.
Hoy toca la Misofilia. Continuamos con el diccionario de parafilias o tendencias sexuales un tanto insólitas.
Ya hemos visto que existen parafilias para todos los gustos, unas, podemos considerarlas más habituales y frecuentes y otras un tanto extrañas y llamativas. Hoy nos topamos con una de estas últimas.
¿Qué es la misofilia?
La misofilia es un tipo de parafilia en la que el placer sexual y la consecución del orgasmo son obtenidos exclusivamente al tener contacto con (o incluso ingerir, lamer, masticar…) sustancias desechadas por el cuerpo humano o con objetos sucios en general (pantalones, medias, blusas…); esto es, aunque lo habitual es relacionarla con el fetichismo sexual asociado a la ropa sucia -sobre todo la ropa íntima-, lo cierto es que engloba otras parafilias vinculadas a la suciedad como la emetofilia (atracción por el actor de vomitar), la salirofilia (ensuciar el objeto de deseo, esto es, la persona), la menstruofilia (atracción por mujeres con el periodo o regla) o la coprofilia (incluir en el sexo heces).
La misofilia se caracteriza por un deseo exacerbado por lo sucio.
Así, un lugar repleto de suciedad puede resultar de lo más excitante para un misofílico.
La excitación al oler y tocar lencería está ampliamente extendida y, sobre todo los hombres, se sienten muy atraídos por los olores corporales de las féminas.
Ya hemos visto que existen parafilias para todos los gustos, unas, podemos considerarlas más habituales y frecuentes y otras un tanto extrañas y llamativas.
La etimología de esta preferencia sexual viene del griego y es muy simple: misos, que significa suciedad y el término filia, que significa amor.
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La inteligencia sexual
Ser sexualmente inteligentes y acceder a una vida sexual satisfactoria no depende de aspectos como la apariencia física o habilidades de seducción extraordinarias. Todos podemos desarrollar las capacidades necesarias para disfrutar de una vida sexual plena.
Ya sea de manera consciente o inconsciente, buena parte de nuestra vida gira en torno al sexo y a adquirir estabilidad emocional en este terreno. Sin embargo, hay una gran cantidad de casos en los que la sexualidad se traduce en frustración e insatisfacción.
Cabe señalar que, en diferentes estudios realizados al respecto, la insatisfacción sexual por diferentes motivos supera el 60%. De este porcentaje, en un 50% de los casos, las relaciones sexuales se perciben como dolorosas y hay problemas de disfunción eréctil o eyaculación precoz en más de un 35%.
La ausencia de inteligencia sexual
Es importante destacar que la ausencia de inteligencia sexual, sexualidad inteligente obedece principalmente a la ignorancia y los prejuicios asociados con mitos populares o creencias religiosas. Por tanto, para corregir dichas deficiencias es necesario informarnos adecuadamente y de manera científica.
Por ejemplo, la forma como se experimenta el orgasmo es diferente en hombres y mujeres, mientras que para los hombres finaliza con la eyaculación, para las mujeres continúa con el erotismo y las caricias tras finalizar el coito.
Muchas personas no conocen realmente su cuerpo. Puede que no tengan idea de cómo reacciona frente a determinados estímulos. Y, al mismo tiempo, experimentan bloqueos de pudor para explorarse a sí mismo.
Por tanto, es fundamental preguntarse acerca de qué nos gusta y qué nos molesta en las relaciones sexuales. Esto permitirá que se hagan visibles las fronteras de exploración y experimentación erótica.
También es importante que se incrementen las habilidades para comunicarle a nuestra pareja quiénes somos y qué queremos. La confianza y la buena comunicación son los pilares de la inteligencia sexual en pareja. Solo de esta manera se puede llegar a acuerdos comunes y vivencias concertadas.
La práctica de la sexualidad inteligente
Un elemento esencial para acceder a la inteligencia sexual eficaz, involucra la capacidad de conectarse con los demás. Hay que tener la disposición para desplegarse e interrelacionarse con otros. Esto incluye hablar de la vida sexual personal con la pareja, comprender y ampliar nuestro universo erótico. Hay que ser sinceros y mostrarnos realmente como somos sexualmente.
El órgano más importante en la inteligencia sexual es el cerebro. Por este motivo es importante ser creativos, apartarse de los modelos impuestos o excesivamente tradicionalistas y desnudar los cuerpos y los sentimientos para disfrutarse mutuamente el uno al otro.
Adicionalmente, se debe tener claro que las relaciones sexuales no deben traducirse en relaciones de poder.
Es posible mejorar y dignificar nuestra inteligencia sexual, siempre que estemos dispuestos a aprender, a indagar sobre nuestros deseos y fantasías, a liberarnos de las taras que nos limitan como la desconfianza o la culpa.
La satisfacción en la sexualidad inteligente se consigue a partir de la elaboración de un manual construido entre dos. No se alcanza con el “todo vale”, ni siguiendo al pie de la letra las lecciones del Kama Sutra.
Esa necesidad última de equilibrio emocional solo es posible si se tramita por medio del respeto, la responsabilidad y la sensibilidad.
Las relaciones sexuales del pasado, pudieron ser experimentadas de manera negativa, sin embargo, no hay que dejarse arrastrar por las falsas creencias; hay que estar atentos a no confundir la sexualidad inteligente con un espacio de expresión de carencias.
El sexo es más saludable y placentero cuando hay amor. Y cuando se habla de amor en el sexo, no solamente se alude a la relación de pareja. También implica el amor propio, el amor por la vida y el amor por la raza humana.