El rol del psicólogo especialista en Sexología.
La información sobre la sexualidad es un aspecto imprescindible en la maduración del ser humano. Dicho conocimiento permite disfrutar de las relaciones íntimas con naturalidad y dejar atrás posibles mitos que despiertan ansiedad y retroalimentan la inseguridad. Recordaremos pues, la relación que existe entre el bienestar psicológico y la Sexología…
¿Qué es la psicología?
La palabra psicología proviene de dos voces griegas:
PSIQUÉ = alma
LOGÍA = el estudio de
La Psicología (con «P» mayúscula) es la ciencia que estudia la mente y la conducta en personas o animales. Así mismo, la Real Academia Española también define esta palabra como «la parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones», « la manera de sentir de un individuo o de una colectividad», y como «la capacidad para conocer el carácter de las personas y comprender las causas de su comportamiento».
La Psicología (con «P» mayúscula) es la ciencia que estudia la mente y la conducta en personas o animales. Así mismo, la Real Academia Española también define esta palabra como «la parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones», « la manera de sentir de un individuo o de una colectividad», y como «la capacidad para conocer el carácter de las personas y comprender las causas de su comportamiento».
¿Qué es la Sexología?
La Sexología es la ciencia que estudia la sexualidad del ser humano, el comportamiento sexual y sus diferentes manifestaciones desde el punto de vista psicológico y fisiológico. El conocimiento de esta área nos permite comprender las necesidades de cada persona con el fin de velar por su salud sexual a través de detectar pensamientos, emociones y conductas disfuncionales y proponer vías de solución.
¿Qué entendemos por salud sexual?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como “un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia”.
¿Cómo se combinan la Psicología y la Sexología?
Tal y como decíamos la Psicología es la ciencia que estudia la mente y la conducta; la Sexología es la ciencia que estudia concretamente la conducta sexual. Ambas fijan especial atención en la detección de aquellos aspectos que interfieren en la funcionalidad del individuo.
Si leemos la definición de sexualidad realizada por la OMS veremos que alude a una dimensión fundamental de la persona:
“La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales” (OMS, 2006)
Así pues, la sexualidad es un pilar del ser humano, es un elemento básico de su bienestar emocional. En pleno siglo XXI la educación sexual sigue siendo, para muchos, una asignatura pendiente. El miedo y el desconocimiento afectan a nuestro comportamiento sexual, limitándolo y favoreciendo la aparición de disfunciones como las que hoy hemos citado.
Las dudas y los problemas sexuales no resueltos provocan malestar y pueden convertirse en un grave problema a nivel relacional, llegando a afectar distintos contextos vitales. Por este motivo, ante su aparición, es imprescindible consultar a un profesional psicólogo o psicóloga especialista en sexología, a saber, un Sexólogo o Sexóloga.
Historia de la sexología científica
El antecedente más claro de la sexología científica fue S. Freud (1856-1939) quien postuló la primera teoría sobre el desarrollo sexual progresivo del niño con el que pretendía explicar la personalidad normal y anormal, asignando a la sexualidad un papel determinante de otras conductas del ser humano, y valoró el deseo sexual, consciente o inconsciente, como condicionante de la salud individual y de las patologías que esta podría generarle.
Igualmente, H. Ellis (1859-1939) se enfrentó a su época afirmando que la masturbación era una conducta habitual y lógica en el individuo, que la homosexualidad era una cuestión de grado, que la ausencia del deseo sexual en la mujer decente era un mito y que muchos problemas sexuales tenían un componente psicológico.
De hecho, la investigación de la sexualidad no comienza hasta mediados del siglo pasado. A. Kinsey (1894-1956) y los sucesores del instituto que lleva su nombre analizaron mediante entrevistas los diferentes comportamientos sexuales en los que observaron las diferencias entre el comportamiento socialmente deseado y exigido con el comportamiento real. W.H. Master y V.E. Johnson (1966) valoraron en el laboratorio y con diferente instrumental la fisiología y clínica sexuales y diseñaron tratamientos novedosos en los problemas sexuales que actualmente siguen en vigor.
Otros informes de entrevistas relevantes fueron los de Hite (1976) donde se resumen las conductas y actitudes sexuales. En España una encuesta sobre el comportamiento y actitudes sexuales de los españoles fue realizada en 1988 por C.A. Malo y colaboradores donde se recogen diversas conductas sexuales de los españoles. F. López publicó en 1995 las conclusiones de otro estudio sobre las conductas sexuales españolas indicando la alta prevalencia de abusos sexuales en menores.
Campos de actuación del psicólogo en sexología
La Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención en 1974 sobre la falta de formación sobre sexualidad de personas capaces de ejecutar los programas educativos donde se pretendía dar información, proponer tratamientos y formar docentes para la asistencia materno-infantil, centros de planificación familiar, de salud mental y comunitaria.
De ahí se desprende la necesaria especialización como asesor en educación sexual, experto en terapia sexual y en investigación.
Salud sexual
La salud sexual hace referencia a la experiencia como proceso continuo de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables que propician un bienestar armónico personal y social, enriqueciendo la vida individual y social; no se trata sólo de la ausencia de disfunción, enfermedad o discapacidad.
La OMS define la salud sexual o la sexualidad sana como “la aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, amoldándose a criterios de ética social y personal. La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza, culpabilidad, de creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la reactividad sexual o perturben las relaciones sexuales. Y la ausencia de trastornos orgánicos, de enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva”.
El psicólogo como asesor en educación sexual (orientador o educador)
Los avances en el conocimiento de los distintos aspectos de la sexualidad, el surgimiento de la pandemia de VIH y del mejor conocimiento de otras enfermedades de transmisión sexual, el reconocimiento del placer sexual como hecho social, la salud reproductiva, el intento de evitar la violencia de género, el reconocimiento de las derechos sexuales como humanos, el respeto a las minorías y el desarrollo de medicamentos eficaces para problemas sexuales hace necesaria una buena educación sexual.
Dicha educación sexual intenta estar abierta a los sectores de población (escuela, facultades, minorías con discapacidades, grupos especiales de la población, minorías étnicas, profesionales de la salud…) y está encaminada a:
- Promover un comportamiento sexual responsable mediante la ejecución de programas de educación a la población mediante el uso de diversos medios para prevenir la explotación, acoso, manipulación y discriminación sexual.
- Eliminar el temor, prejuicio, discriminación y odio relacionado con la sexualidad y las minorías sexuales donde se conocería y respetarían las identidades sexuales masculina y femenina, y las diferentes conductas sexuales y orientaciones sexuales (homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad).
- Eliminar la violencia de género en las que se reconocerían la violencia sexual en diversas formas y las diferentes formas de prevención de las mismas.
- Integrar programas de salud sexual dentro de la salud pública mediante evaluaciones generales y protocolos de intervención.
El psicólogo como terapeuta sexual
Las respuestas sexuales fallan muchas veces por razones emocionales. La conducta sexual, las fantasías… siempre tienen un impacto individual en la persona. Puede sentirse satisfecha y relajada o, quizá la ignorancia, la culpabilidad, los deseos ocultos, producen una ansiedad que entorpece la respuesta sexual. De hecho, gran parte de las disfunciones sexuales tienen causas psíquicas y la mayoría pueden tratarse con éxito. De ahí la importancia que tiene la terapia sexual llevada a cabo por el psicólogo especialista en sexología.
Fue Wolpe (1958) el que afirmó que la mayor parte de los problemas sexuales derivan de unas actitudes negativas del sujeto ante la actividad sexual, lo que produce una ansiedad condicionada ante la actividad sexual que inhibe la respuesta sexual del individuo. La resolución de estos problemas pasaría, por tanto, por una corrección de las actitudes erróneas del sujeto y por algún tipo de terapia educativa o conductual dirigida a eliminar los mitos y prejuicios así como disminuir la ansiedad.
Los problemas de salud sexual provienen de situaciones (personales, de la relación de pareja o sociales) que deberían identificarse y darle un tratamiento adecuado. Actualmente se recomienda un enfoque donde se dé relevancia a los síntomas o síndromes clínicos que alteran la salud sexual del individuo o de la relación de éste con su pareja. Los problemas sexuales pueden tener diferentes causas (orgánicas, psicológicas y sociales) y es donde el terapeuta sexual tiene que descartar y valorar las diferentes incidencias.
El terapeuta sexual ha de realizar inicialmente una evaluación de la conducta sexual, la historia del problema y al final valorar un diagnóstico con un posible tratamiento. Muchas veces superar el sufrimiento en secreto de la persona que presenta o cree presentar un problema sexual es el inicio de la solución. El terapeuta sexual descarta inicialmente si el problema sexual planteado tiene una causa médica y si sospecha que pudiera ser así lo derivará al especialita médico pertinente (urólogo, ginecólogo, andrólogo…). Si se descarta una patología orgánica se continúa la terapia sexual y se intentará modificar un problema de comportamiento.
Un problema sexual existe cuando un individuo realiza una actividad sexual que le hace sentirse infeliz o coartado en su libertad o si la misma representa alguna molestia o algún peligro para sí mismo o para las demás personas de su entorno o grupo social de referencia, pudiendo estar esta anormalidad relacionada causalmente tanto con alteraciones orgánicas, como con anomalías o trastornos funcionales o psicológicos.
Los principales problemas de salud sexual se pueden englobar en:
- Alteraciones del funcionamiento sexual (disfunciones sexuales): deseo sexual hipoactivo, aversión sexual, disfunción orgásmica, dispareunia o dolores sexuales. En la mujer estarían la disfunción de la excitación sexual, vaginismo y en el hombre la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. Se engloban la mayoría de los problemas sexuales y se sitúan en las diferentes fases de la conducta sexual (deseo, excitación u orgasmo).
- Trastornos del vínculo afectivo (parafilias): exhibicionismo, fetichismo, frotteurismo, pedofilia, masoquismo y sadismo sexual, travestismo fetichista y el voyerismo. Son conductas menos frecuentes en la población.
- Comportamiento sexual compulsivo: búsqueda de parejas múltiples, fijaciones, aventuras amorosas y comportamiento compulsivo en la relación. Conflictos de identidad de género: disforias en la niñez, adolescencia o la edad adulta e intersexualismo.
- Relacionados con la violencia y victimización: abuso, acoso y violación sexual, fobias sexuales y otras conductas de riesgo. Son conductas que se realizan o sufren mediante una actividad sexual con otra persona sin su consentimiento.
El psicólogo como investigador en sexología
La investigación es necesaria para aumentar la comprensión del sexo, la sexualidad, la salud sexual y el comportamiento sexual, así como para evaluar la eficacia de estrategias de prevención, programas, cursos y tratamientos. Así las principales vías de investigación irían encaminadas a:
- Promover la investigación sobre la salud sexual de personas y grupos de población. La evaluación iría encaminada a recopilar datos para tomar decisiones y valorar la eficacia de programas de educación sexual.
- Promover la sexología como una disciplina de investigación y con relación a otras disciplinas (medicina, enfermería, sociología, antropología, epidemiología). Se pretende crear una mejora en los conocimientos y una percepción renovada de las cuestiones complejas de la sexualidad y de la salud sexual.
- Difundir los conocimientos científicos para crear una base a nuevas experiencias de calidad para el futuro.
Actuación del psicólogo en terapia sexual.
¿Cuál es el futuro de la profesión del psicólogo en el campo de la sexología?
El futuro estará condicionado por tres elementos que harán más serio y profesional el trabajo del psicólogo especialista en sexología. En primer lugar, se necesitará una sólida formación en la conducta sexual humana que dé respuestas a las diferencias conductuales, emocionales y su integración en la relación personal o de pareja. Igualmente, tendrá que adaptarse a trabajar en equipo con otros especialistas médicos y educativos (ginecólogos, urólogos, andrólogos, neurólogos, pedagogos, profesores…) y conocer los avances que cada día son más importantes en este campo. Y en tercer lugar, dominar los diferentes planteamientos de abordaje terapéutico con una especialización específica en la intervención de pareja para poder adaptarse a los cambios sociales y culturales que conlleva las específicas relaciones afectivas y sexuales.
¿Cómo se puede valorar la formación en las universidades españolas de esta materia? ¿Se encuentra un licenciado suficientemente preparado para abordar el tema sexual en los campos teórico y práctico?
La sexología es una ciencia joven cuando se hace referencia a los estudios o formación de profesionales. Lamentablemente no existe unos estudios específicos de sexología en el ámbito universitario sino que más bien se encuadra en algunos créditos de sexología en diferentes universidades españolas y estudios de postgrado de algunas universidades y centros e instituciones privadas con y sin relaciones con instituciones públicas o universidades abiertos para diversos especialistas.
En líneas generales, el psicólogo recién licenciado no tiene un corpus suficientemente sólido en los campos teórico o práctico para poder diseñar, desarrollar o valorar programas educativos, enfrentarse a una relación terapéutica eficaz y de investigación para desarrollar su labor.
Parece que el futuro vendrá dado por la asunción de los estudios de sexología como de pre y postgrado, máster o de doctorado de las diferentes universidades españolas.
¿Qué conocimientos, además de los propios de la licenciatura de Psicología se debe incorporar al psicólogo en el ámbito de la sexología a su currículo?
Ya en 1975 la OMS definió tres criterios generales que deben presidir la “instrucción y adiestramiento en cuestiones de sexualidad humana: trabajo con las actitudes, preparación teórica y capacidad práctica”. La consideración de los perfiles de entrada (titulación mínima exigida para iniciar la formación) sería suficiente para un licenciado en psicología y la especialización de otros cursos de formación específica requeriría un esfuerzo añadido.
Es muy importante que los estudios de sexología tengan un aval universitario para garantizar los mínimos aspectos de ciencia, continuidad en los programas y desarrollo de programas de investigación.
Si se espera trabajar como terapeuta sexual sólo podrían incluirse a psicólogos y a médicos. Si fuera el campo de intervención el de la educación podrían englobarse en los planes de formación a pedagogos, psicopedagogos, profesores, personal de enfermería… con una especialización menos técnica.
La parcela de la sexología ha sido históricamente susceptible de intrusismo por parte de diversos profesionales con o sin formación universitaria o de postgrado, por lo que es conveniente que los profesionales que sí estén cualificados especifiquen ser Psicólogo especialista en Sexología (Educador u Orientador Sexual,Terapeuta Sexual y/o Sexólogo Clínico).
¿Cuál son los principales problemas con el que se encuentra el psicólogo para el desarrollo profesional de la sexología?
El primero, como hemos ya comentado es la falta de una preparación específica durante los estudios de licenciatura. Igualmente es un hándicap la falta de una formación postgrado reglada y sistematizada avalada universitariamente y con suficientes prácticas en centros asociados reconocidos. Lo mismo ocurre con las diferentes publicaciones donde se dan diversas tendencias, muchas de ellas pseudocientíficas o al margen de la ciencia.
¿Qué consejo se le podría dar al psicólogo que quisiera formarse y desarrollar su labor en el campo de la sexología?
Inicialmente buscar un centro de formación avalado universitariamente con profesionales probadamente contrastados, donde se puedan desarrollar prácticas supervisadas por especialistas. Más adelante, tener y saber transmitir unos conceptos claros sobre la función sexual normal, poder asesorar básicamente sobre la forma de superar “mitos sexuales” e ideas erróneas sobre las relaciones sexuales, dar orientaciones generales para mejorar la calidad de las relaciones sexuales y prevenir las disfunciones sexuales. Si además pretende dedicarse a la terapia sexual incluir en su bagaje técnicas de focalización sensorial para neutralizar la actitud del rol del espectador, respuestas de ansiedad y de mejora en la comunicación sexual de la pareja.
Ninfomanía, cuando los pensamientos sobre el sexo dominan la mente.
La ninfomanía, también conocida como hipersexualidad femenina, es una dependencia que no cesa, una adicción al sexo que afecta todas las áreas de la vida y que genera una insatisfacción constante.
Las mujeres ninfómanas experimentan un deseo sexual demasiado intenso e insaciable que genera una obsesión por el sexo, incluso aunque mantengan relaciones sexuales de forma habitual.
Cuando se habla de deseo sexual, es difícil establecer límites entre lo normal y lo patológico. Aún así, se hace referencia a la ninfomanía cuando los pensamientos sobre el sexo dominan la mente de la mujer. A la ninfómana le resulta difícil pensar en otra cosa que no sea el sexo y a menudo le confiere implicaciones sexuales a situaciones cotidianas que no las tienen.
Por otra parte, al igual que ocurre con el resto de las adicciones, para que la persona pueda hallar cierta satisfacción debe pasar cada vez más tiempo involucrada en las experiencias sexuales o buscándolas, lo cual hace que el resto de las esferas de su vida se vean relegadas a un segundo plano o incluso desaparezcan por completo.
La libido y la actividad sexual no siguen una línea constante a lo largo de la vida, hay etapas en las que estas aumentan, pero eso no significa que ocurra algo anormal, sin embargo la ninfomanía no es un simple aumento del deseo sexual, es un problema mucho más complejo que puede catalogarse como una enfermedad.
Se estima que aproximadamente el 3% de las mujeres sufren ninfomanía, aunque solo el 0,8% admiten haber buscado ayuda para controlar ese deseo sexual.
Cómo puedo saber si soy ninfómana
El síntoma principal de la ninfomanía es un comportamiento sexual compulsivo, que suele inducir a la promiscuidad. No obstante, también pueden aparecer síntomas propios de un trastorno obsesivo-compulsivo o solaparse con otras psicopatologías, como un trastorno de personalidad.
Síntomas de la ninfomanía
En sentido general, los síntomas más comunes de la ninfomanía son:
- Aumento desmedido del deseo sexual. La persona experimenta una necesidad incontrolable de mantener sexo, ya sea a través de las relaciones sexuales, la masturbación o el consumo de pornografía.
- Obsesiones sexuales. Se trata de pensamientos no deseados que provocan un malestar significativo o fantasías sexuales que aparecen reiteradamente y le impiden a la persona concentrarse en otras actividades.
- La ninfómana no solo piensa en el sexo sino que experimenta una pulsión difícil de dominar que la impulsa a la búsqueda constante de relaciones sexuales, que suelen terminar en conductas de riesgo.
- Insatisfacción sexual permanente. Aunque la mujer mantiene relaciones sexuales que podrían calificarse como satisfactorias, no encuentra en ellas la satisfacción sexual o emocional que buscaba, lo cual perpetúa el círculo vicioso de la ninfomanía.
- Excitación sexual persistente. Las propias obsesiones sexuales hacen que estímulos que no tienen ninguna connotación sexual, sean excitantes para la mujer.
- Vergüenza y sensación de inadecuación. Estos sentimientos suelen estar provocados por la incapacidad para controlar los deseos. Como resultado, después del acto sexual, la mujer suele avergonzarse o arrepentirse.
Las causas de la hipersexualidad femenina
Al igual que la mayoría de los trastornos psicológicos, las causas de la ninfomanía están determinadas por una multiplicidad de factores.
Al tener varios puntos en común con el trastorno obsesivo-compulsivo, no se descarta que pueda existir en su base un componente biológico, dado por un desequilibrio en los neurotransmisores.
Las mujeres de menos de 30 años, con una historia familiar o personal matizada por la existencia de trastornos mentales y que hayan vivido experiencias de vida traumáticas, son más propensas a desarrollar la ninfomanía.
De hecho, a lo largo de la historia la ninfomanía se ha relacionado con estados maníacos y la presencia de daños a nivel cerebral. En algunas investigaciones también se ha podido apreciar que el 90% de los casos de orgasmos espontáneos están provocados por una actividad epiléptica en el lóbulo temporal, un área que, junto al lóbulo frontal, desempeña un papel fundamental en la regulación de la libido. Desde esta perspectiva, se hipotetiza que la ninfomanía sería una ruptura del equilibrio cerebral entre la excitación y la inhibición sexual.
Sin embargo, los aspectos biológicos no son sino un factor predisponente. A menudo la ninfomanía está vinculada a situaciones estresantes, que son las que realmente desencadenan esa obsesión por el sexo. Una situación vital que haya sido vivida de forma traumática puede dejar profundas huellas emocionales y la mujer puede pretender curarlas recurriendo al sexo. A veces estos traumas tienen su origen en un abuso sexual sufrido en el pasado.
En muchos casos, detrás de la ninfomanía se esconde la pérdida de la pareja o una ruptura amorosa particularmente dolorosa. Entonces la mujer intenta suplir la falta de afecto a través de las relaciones sexuales, busca en la masturbación o en el sexo lo que no encuentra en el terreno afectivo. Sin embargo, estas experiencias normalmente no suelen satisfacerla, por lo que termina sumida en un círculo vicioso que la conduce a la adicción al sexo.
En otras ocasiones, la mujer busca el sexo como forma de reconocimiento, para ella el hecho de sentirse deseada es una manera de sentirse valorada, una manera de tapar un vacío emocional y la falta de autoestima.
Un estudio realizado recientemente por investigadores de la Johannes Gutenberg-University Mainz también ha sugerido que el aumento de los casos de ninfomanía que se ha producido en los últimos años puede estar relacionado con lo que se conoce como la “new porn culture”, un fenómeno que se ha generalizado entre las nuevas generaciones. Estos psicólogos encuestaron a casi 1.000 mujeres y hallaron que a más consumo de pornografía, mayores probabilidades de desarrollar comportamientos típicos de la hipersexualidad.
Las consecuencias de la adicción al sexo en mujeres
- Dificultades para concentrarse. Los problemas para concentrarse suelen aparecer como resultado de la monopolización de la mente por parte de la sexualidad. A la persona que sufre una obsesión le resulta difícil dirigir su atención hacia temas ajenos a esta, en este caso, la sexualidad.
- Problemas en las relaciones interpersonales. A menudo, el estilo de vida que siguen las ninfómanas no es aprobado por sus amigos o familiares, lo cual suele provocar discusiones y un distanciamiento que termina recluyendo a la mujer de su entorno social.
- Comportamientos sexuales de riesgo. La ninfomanía, en tanto adicción sexual, puede hacer que la mujer tenga sexo desprotegido, lo cual, unido a la promiscuidad, aumenta considerablemente el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el sida (VIH) o el HPV.
- Síntomas depresivos. En muchos casos, la ninfomanía está asociada a trastornos del estado de ánimo, fundamentalmente la depresión ya que la soledad, el aislamiento social y la falta de sentido de la vida se convierten en problemas que el sexo no logra ocultar.
- Incapacidad para realizar normalmente otras actividades. El hecho de que la mujer necesite dedicarle cada vez más tiempo al sexo, hace que descuide otras actividades, como el trabajo. Por eso, no es extraño que termine perdiéndolo.
Ninfomanía masculina: la ninfomanía en hombres
El equivalente al problema de ninfomanía en hombres es la satiriasis. En el caso de la ninfomanía masculina, el hombre sufre una obsesión por mantener relaciones sexuales. La adicción al sexo en hombres es más frecuente que en mujeres.
El tratamiento de la ninfomanía en mujeres
En algunos casos el tratamiento para la ninfomanía demanda el uso de medicación, generalmente se suele recurrir a los antidepresivos o ansiolíticos. De hecho, el uso de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina ha mostrado una gran eficacia en los casos más graves.
En La clínica Pérez Vieco de Sexología y Psicología, abordamos el tratamiento desde una perspectiva integradora y multidisciplinar por lo que, si necesitas una ayuda adicional durante las primeras fases del tratamiento, contamos con la colaboración de psicólogos y psicólogas, sexólogos y sexólogas, médicos psiquiatras, ginecólogos, urólogos, fisioterapeutas…
No obstante, el tratamiento psicológico es fundamental para superar la ninfomanía. De hecho, la terapia cognitiva conductual es muy útil para cambiar las creencias irracionales que se encuentran en su base.
La Ninfomanía, también conocida como hipersexualidad femenina, es una dependencia que no cesa, una adicción al sexo que afecta todas las áreas de la vida y que genera una insatisfacción constante.
Las mujeres ninfómanas experimentan un deseo sexual demasiado intenso e insaciable que genera una obsesión por el sexo, incluso aunque mantengan relaciones sexuales de forma habitual.
La libido y la actividad sexual no siguen una línea constante a lo largo de la vida, hay etapas en las que estas aumentan, pero eso no significa que ocurra algo anormal, sin embargo la ninfomanía no es un simple aumento del deseo sexual, es un problema mucho más complejo que puede catalogarse como una enfermedad.
Se estima que aproximadamente el 3% de las mujeres sufren ninfomanía, aunque solo el 0,8% admiten haber buscado ayuda para controlar ese deseo sexual.
Significado de ninfomanía
Etimológicamente, la palabra ninfomanía deriva de “ninfa” (divinidad femenina de la mitología y también labios menores de la vulva) y de “manía” (que en latín significa locura).
En el diccionario de la RAE (Real Academia Española), la definición que aparece de ninfomanía es un “deseo violento e insaciable en la mujer de entregarse a la cópula”, pero en psicología cuando hablamos de ninfomanía esta definición va más allá, ya que hablamos de un trastorno sexual en la mujer.
Cuando se habla de deseo sexual, es difícil establecer límites entre lo normal y lo patológico. Aún así, se hace referencia a la ninfomanía cuando los pensamientos sobre el sexo dominan la mente de la mujer. A la ninfómana le resulta difícil pensar en otra cosa que no sea el sexo y a menudo le confiere implicaciones sexuales a situaciones cotidianas que no las tienen.
Por otra parte, al igual que ocurre con el resto de las adicciones, para que la persona pueda hallar cierta satisfacción debe pasar cada vez más tiempo involucrada en las experiencias sexuales o buscándolas, lo cual hace que el resto de las esferas de su vida se vean relegadas a un segundo plano o incluso desaparezcan por completo.
Qué es la ninfomanía.
La libido y la actividad sexual no siguen una línea constante a lo largo de la vida, hay etapas en las que estas aumentan, pero eso no significa que ocurra algo anormal, sin embargo la ninfomanía no es un simple aumento del deseo sexual, es un problema mucho más complejo que puede catalogarse como una enfermedad.
Se estima que aproximadamente el 3% de las mujeres sufren ninfomanía, aunque solo el 0,8% admiten haber buscado ayuda para controlar ese deseo sexual.
Significado de hipersexualidad
La hipersexualidad es el aumento repentino o la frecuencia extrema en la libido o en la actividad sexual. Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos, al consumo de algunos medicamentos y a la ingesta de drogas, en la mayoría de los casos la causa es desconocida. Trastornos de la salud tales como el trastorno bipolar pueden dar lugar a la hipersexualidad, y el consumo de alcohol y de algunas sustancias adictivas puede afectar el comportamiento sexual en algunas personas.
Se han usado varios modelos teóricos para explicar o para tratar la hipersexualidad. El más común, en particular en los medios de comunicación, es el enfoque que presenta a la hipersexualidad como una adicción, pero los sexólogos y sexólogas no han llegado a un consenso. Hay explicaciones alternativas como, por ejemplo, la de un comportamiento obsesivo y la de un comportamiento compulsivo.
La hipersexualidad se caracteriza por una frecuente estimulación visual que hace que el individuo exacerbe su natural sexualidad hasta la adicción. Esto provoca que se autoestimule genitalmente y alcance el orgasmo o bien escale en mayores grados de placer.
En ocasiones, la hipersexualidad va acompañada de sentimientos de malestar y de culpa. Se piensa que esta insatisfacción es la que alienta la elevada frecuencia de estimulación sexual, así como síntomas psicológicos y psiquiátricos adicionales. Otra manera en que se manifiesta la hipersexualidad es cuando ocurre la ruptura con la pareja en que la relación ha sido predominantemente sexual, la persona abandonada busca a la pareja inconscientemente en otras parejas sexuales y de este modo se produce la adicción al sexo.
Ninfomanía y satiriasis
El concepto de hipersexualidad sustituye los antiguos conceptos de «ninfomanía», (furor uterino) y de «satiriasis». La ninfomanía se consideraba un trastorno psicológico exclusivamente femenino caracterizado por una libido muy activa y una obsesión con el sexo. En los hombres el trastorno era llamado satiriasis y a quien la padecía se le denominaba sátiro o satiriaco (no confundir con satírico).
Actualmente, los términos ninfomanía y satiriasis no aparecen como trastornos específicos en el Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), aunque sí siguen apareciendo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10).
El umbral para lo que constituye la hipersexualidad está sujeto al debate, y los críticos preguntan si puede existir un umbral diagnóstico. El deseo sexual varía considerablemente en los humanos; lo que una persona consideraría deseo sexual normal podría entenderlo otra persona como excesivo e incluso otra como bajo.
El consenso entre quienes consideran la hipersexualidad un trastorno es que el umbral se alcanza cuando el comportamiento causa incomodidad o impide el funcionamiento social.
La hipersexualidad también se manifiesta en individuos sanos, y se presenta por cortos periodos en que la testosterona o estradiol presentan máximos niveles.
La hipersexualidad puede expresarse también en quienes tienen trastornos bipolares durante periodos de manía. Personas que padecen un trastorno bipolar pueden presentar continuamente enormes oscilaciones en la libido, según su estado de ánimo. Algunas veces esta necesidad psicológica de actividad sexual es mucho más alta de lo que ellos reconocen como normal, y a veces está muy por debajo de ello.
La adicción al sexo es un tema tabú, mínimamente estudiado desde el ámbito de la sexología, pero con el que cada vez tienen que lidiar más los psicólogos en sus consultas. Un problema especialmente silenciado entre las mujeres, a pesar de que según un estudio publicado en el Journal of Sexual Medicine afecta a tres de cada cien mujeres. Hasta ahora, los estudios establecían la prevalencia de esta conducta en dos de cada cien. A pesar de ello, sólo el 0,8% de las mujeres admiten haber tratado su pulsión sexual, frente al 1,6% de los hombres, como remarca este otro estudio.
Cada vez más personas acuden a consulta por no poder controlar su conducta sexual
A la hora de analizar la hipersexualidad, como suelen denominar los psicólogos sexólogos a este problema, el primer problema con el que se encuentran los investigadores es la propia definición del término. ¿En cuestión de actividad sexual qué es lo normal y qué lo patológico? ¿Cómo se establece la frontera a partir de la cual se sobrepasan dichos límites? En realidad, se trata de una cuestión personal, sobre la que no se puede generalizar, ni siquiera en lo referente a los efectos psicológicos que puede ocasionar. Sin embargo, lo que sí está claro para los psicólogos sexólogos clínicos es que cuando el sexo nos maneja a nosotros, y no al revés, nos encontramos ante un problema.
Para el sexólogo, la hipersexualidad se define por la falta de control sobre uno mismo. Un impulso que nos lleva a mantener un elevado número de relaciones sexuales que, posteriormente, nos hacen sentir mal. “Las personas adictas tratan de corregir sus comportamientos sexuales pero no son capaces, por lo que se sienten frustrados y fuera de control”.
Una patología en auge apenas estudiada
El problema de la adicción al sexo es complejo, y además de la falta de control existen otros elementos que le dan forma. El primero de ellos tiene que ver con el recurso al sexo como una forma de respuesta al estrés, la frustración o el vacío existencial. Una suerte de huida hacia adelante que no hace más que incrementar sus consecuencias negativas sobre la salud mental así como su persistencia. Un círculo vicioso del que cada vez es más difícil escapar. Sobre todo cuando interfiere en diferentes aspectos de la vida privada, hasta el punto de acabar sacrificando cuestiones vitales importantes.
Se trata de una reacción provocada por la ruptura del equilibrio entre la excitación y la inhibición sexual
Una problemática menos episódica de lo que comúnmente se podría pensar, a pesar de la falta de estudios en torno a esta cuestión. De hecho, llama la atención que a pesar de afectar al 3% de la población femenina no está incluida en el manual de referencia de los trastornos mentales DSM-5. Una ausencia que los autores de su quinta y más reciente edición, justificaron debido a la escasez de producción científica.
Las causas de esta adicción, que se ha incrementado durante los últimos años, especialmente entre las generaciones más jóvenes, siguen siendo meras hipótesis. Entre ellas, la que más defensores atrae es la planteada por un equipo de investigadores del Kinsey Institute. Según estos, se trata de una reacción provocada por la ruptura del equilibrio entre la excitación y la inhibición sexual.
Una necesidad creciente de excitación sexual
Una hipótesis que corroboraría el último estudio sobre esta cuestión, publicado en el Journal of Sexual Medicine, llevado a cabo entre el estudiantado de medio centenar de universidades alemanas. Según los resultados de este último, la frecuencia con la que se masturban las mujeres hipersexuales es mucho mayor que la media, por lo que se visualiza una mayor necesidad de excitación, posiblemente provocada por la generalización de la new porn culture entre las nuevas generaciones.
La postura de los expertos en relación a la dependencia o adicción al sexo depende mucho de su especialidad. Mientras que la mayor parte de los psiquiatras consideran que está fuera de su ámbito, los sexólogos clínicos se declaran especialistas en su diagnóstico y tratamiento.
La definición de la OMS describe que tanto los varones como las mujeres pueden quejarse ocasionalmente de un impulso sexual excesivo como un problema en sí mismo, generalmente durante el final de la adolescencia o en el comienzo de la edad adulta. Cuando el impulso sexual excesivo es secundario a un trastorno del humor o cuando aparece en los estadios iniciales de la demencia, debe codificarse aquí.
Aunque la especialidad psiquiátrica no quiere oír hablar de adicción al sexo, la realidad es que cada vez más personas acuden a consulta por no poder controlar su conducta sexual y comienzan a surgir publicaciones científicas relacionadas con el tema, incluyendo una revista monotemática: Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment & Prevention.
La nutrición y el sexo por Sexólogos y Sexólogas Valencia.
Para comenzar, seguro que todos habéis oído eso de la “dieta del cucurucho”, cuyo fundamento se basa en el gasto energético que se deriva del acto sexual, digámoslo así.
Y sumado al gasto energético del ejercicio físico que esta amorosa actividad implica, está el efecto de las endorfinas con una consecuencia directa en la reducción de la ansiedad, y por extensión a la reducción de comportamientos compulsivos ante la alimentación.
El caso es que, en lo que a mi respecta como profesional de la salud, salud sexual y sexólogo, mientras se realice ejercicio físico y se mantenga una relación saludable con la comida, que cada uno administre su gasto energético en esta modalidad como quiera, o como pueda….
Mito de los alimentos afrodisíacos.
Otro nexo común son los alimentos afrodisíacos, mucho se ha escrito sobre estos y su poder como estimulante de la actividad sexual o mejora de esta. Los hay para todos los gustos: cacao, canela, ginseng, alcohol, azafrán, ostras… Su utilización se remonta a siglos atrás, a los egipcios les siguieron los romanos, los árabes y los griegos, de quienes heredaron su nombre, a propósito de la diosa Afrodita. Bien, pues, siento deciros que la americana FDA (Food and Drugs Administration) desestima cualquier relación entre alimentos y estimulación sexual, atribuyendo la posible causalidad a un efecto placebo, cuyas propiedades se han ido haciendo populares por el contexto social del momento o supercherías que se van haciendo grandes como bolas de nieve. El caso es que, al igual que el famoso cucurucho, si la excusa nos vale para estar más contentos, hacer más actividad física y aumentar el consumo de determinados micronutrientes (vitaminas y minerales muy concretos)… disfrutar de una buena comida…
Alimentación y Salud Sexual.
Caso diferente al de los alimentos afrodisíacos es el de los micronutrientes más implicados en una vida sexual saludable, cuya presencia o ausencia puede inducir a una mala respuesta sexual. Entre los destacados se encuentran:
- Zinc: implicado en el crecimiento y la maduración sexual, entro otros procesos. Presente principalmente en semillas, cacao y ostras, quizá este sea el origen del archiconocido binomio ostra y sexualidad.
- Ácido fólico: tradicionalmente recomendado a las mujeres embarazadas o antes incluso del que se produzca el embarazo para quienes lo buscan, pero se desconoce la importancia de unos niveles adecuados en el hombre para el mantenimiento de una buena calidad espermática.
- Antioxidantes: implicados por la mejora de la circulación sanguínea, el aumento de la líbido, o incluso en la prevención de la disfunción eréctil.
Todos estos y otros micronutrientes son imprescindibles, y es por ello que los fabricantes de suplementos dietéticos elaboran preparados con la promesa de una mejora en la vida sexual, poniendo en algunas ocasiones en riesgo, la vida de quienes los toman. En el caso de sufrir alguna anomalía debe de acudirse al sexólogo o sexóloga para recibir el tratamiento adecuado.
Para alcanzar unos valores saludables de todos ellos basta con mantener una dieta completa y equilibrada, con una alta presencia de frutas y verduras frescas, en detrimento de alimentos muy grasos con alto grado de procesamiento industrial, ya que es en los primeros donde abundan las vitaminas y minerales citados, mientras que un consumo elevado de los segundos supone un aumento significativo del daño oxidativo, que además de afectar al estado de salud general, lo hace con la salud sexual.
Un caso particular es el de la ingesta energética, ya que una dieta demasiado extracta, o una ingesta calórica insuficiente, puede repercutir en la respuesta sexual, por una lado, por no suministrar la cantidad suficiente de los nombrados nutrientes, y por otro por un fenómeno de ahorro, en el que el organismo reduce la energía que pone en juego para la actividad sexual reservándola para el propio mantenimiento de las funciones vitales.
- Es frecuente encontrar quienes tras dietas desequilibradas con una restricción energética fuerte y la supresión de determinados grupos de alimentos observan un descenso en sus capacidades sexuales.
- En los hombres se manifiesta con un descenso de la vigorosidad y en mujeres, afectando a la fertilidad, con alteraciones del ciclo menstrual. Una vez más, insisto en la importancia de ponerse en manos de profesionales cualificados.
Estado nutricional y fertilidad.
Diversos estudios (esta vez infinitamente más serios que los del inicio del artículo) han evaluado la calidad seminal según diferentes parámetros, tales como: la concentración de espermatozoides, la motilidad de los mismos y la normalidad de su morfología; y su relación con el IMC, el porcentaje de grasa o el nivel de adiposidad (según estudio).
- Existe una correspondencia entre un IMC elevado y baja concentración de espera.
- También entre unos índices bajos de morfología normal y concentración espermática y adiposidad. Quedando descartada la relación entre motilidad y adiposidad.
- En resumidas cuentas, se estima entre un 10-20% de reducción de calidad del esperma en hombres con sobrepeso.
- Otros estudios citan que hay una diferencia significativa entre pacientes con un IMC normal y aquellos que cursan Síndrome Metabólico en cuanto a la capacidad reproductiva de su semen.
Más discutida es la razón que lo causa: algunos estudios hacen referencia al daño oxidativo en las células que la obesidad implica, la ausencia de antioxidantes en dietas obesogénicas, o la alteración hormonal que esta situación genera en los adipocitos y la regulación hormonal general.
Como conclusión, con una dieta equilibrada con gran presencia de alimentos frescos aseguraremos los niveles de micronutrientes claves en la salud sexual, una dieta de estas características es la única que ayuda directamente al mantenimiento correcto del peso, a una adecuada salud cardiovascular y de forma indirecta al patrocinio de una buena salud sexual. Y para todo lo demás, si en este caso los mitos nos aseguran la generación de más cantidad de sonrisas, solo por esta vez, os permito no DESNUTRIR MITOS.
El Estrés y sus consecuencias en el deseo sexual.
La falta de deseo sexual, el deseo sexual hipoactivo o bien, también conocido como deseo sexual inhibido, es una enfermedad según la Organización Mundial de la Salud, que en su clasificación de patologías la encuadra dentro de las disfunciones sexuales no orgánicas con el nombre de Ausencia o Pérdida del Deseo Sexual. Esta falta de interés para tener relaciones sexuales, una vez desechadas las causas médicas o fisiológicas (problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal o tratamientos farmacológicos) y las psicológicas (una educación excesivamente estricta o baja autoestima, por ejemplo), se encuentra muy a menudo ligada al modo de vida de quien padece esta apatía sexual. El estrés, el exceso de problemas laborales o familiares y la incapacidad para afrontar la ansiedad que estas situaciones producen a menudo la inapetencia sexual.
Efectos del Estrés sobre la Testosterona.
El estrés puede terminar “matando” la libido, aunque de manera lenta y gradual. La causa está en la testosterona, principal agente del deseo sexual. Si ésta disminuye, también es menor la libido. Pero, además, el estrés hace que aumente el nivel de cortisol en la sangre, una hormona esteroide producida por la corteza suprarrenal. El alto nivel de cortisol reprime la mayoría de las funciones orgánicas, incluyendo las funciones sexuales y reproductivas. Siempre que aparecen síntomas de apatía sexual en hombres que solían tener la libido alta, hay que prestar atención al cansancio, ya que el ritmo de vida, los problemas cotidianos y la fatiga hacen que las ganas de mantener relaciones sexuales disminuyan notablemente. En sexólogos Valencia junto con la Clínica de Sexología y Psicología Pérez Vieco en Valencia somos conscientes la la influencia de la influencia de padecimiento de estrés y su afectación en el deseo sexual tanto de hombres como mujeres. En Sexólogos y Sexólogas Valencia llevamos a cabo un tratamiento integrador para dar solución a tus problemas y mejorar tu respuesta sexual.
Cuando se acumula tensión, si las situaciones nos superan, se produce un bloqueo. Y el plano sexual no es una excepción. Por ello, generalmente, El estrés influye en el deseo, favoreciendo la apatía e inhibiendo la respuesta sexual.
Para diagnosticar que la inapetencia sexual esté causada por la acumulación de tensión y preocupaciones hay que tener en cuenta varios factores, según indican los psicólogos sexólogos de nuestra clínica de sexología y psicología, entre los que se encuentran la falta de interés en iniciar actividades sexuales, ya sea con una pareja o en solitario, o la frecuencia de las relaciones, si es muy inferior a lo que se puede esperar por la edad y el contexto correspondiente o si es menor que en etapas anteriores de la vida. En cualquier caso, los especialistas deben descartar que esta persona padezca depresión.
Cuando los síntomas y el ritmo de vida indican con claridad que el estrés es la causa de la disfunción sexual, hay que tener en cuenta cómo le afecta a cada persona, en lo que tendrá mucho que ver el género de quien lo sufra. Y es que aunque puede afectar tanto a mujeres como a hombres, la respuesta de cada uno es muy distinta. En los hombres pueden aparecer o agudizarse, si ya existían, problemas como la eyaculación precoz y la disfunción eréctil. La disminución del rendimiento sexual conlleva, además, miedo a no dar la talla, lo que da lugar a una disminución del número de relaciones, con lo que el problema se transforma en un círculo vicioso que termina por provocar de manera casi irremediable la pérdida de deseo.
Soluciones a la falta de deseo sexual en la Clínica de Sexología Pérez Vieco.
Un tratamiento natural se basará sobre todo en la enseñanza de nuevos hábitos que ayudan a manejar el estrés, como la respiración, la relajación o la revisión de la escala de valores del individuo afectado. Los cambios conductuales que proponen los expertos para llegar a la superación del trastorno sexual se basan en técnicas para combatir el estrés. Nuestros sexólogos y sexólogas son expertos en el tratamiento del deseo sexual, el deseo sexual hipoactivo y/o el deseo sexual inhibido. Veamos algunos de los cambios comportamentales:
- Reflexionar: No se debe dejar pasar de largo el problema, sino afrontarlo y razonar sobre los motivos que llevan a sentir la angustia y la ansiedad que bloquean los sentidos. Tomar conciencia de que no sólo afecta al plano sexual, observar qué otros aspectos de la vida cotidiana se ven resentidos.
- Relajarse: Darse cuenta de que el estrés es variable y no durará siempre y relativizar la importancia de no sentir deseo sexual en algunos momentos determinados. Lo peor es obsesionarse.
Tener calidad de vida: Eliminar los excesos,en la alimentación, en la cantidad de trabajo así como en la realización de actividades físicas agotadoras.
- Establecer prioridades claras: No siempre está en nuestras manos eliminar preocupaciones como enfermedades, problemas económicos o familiares. Pero sí depende de cada uno de nosotros ‘saber vivir a pesar de’, poniendo un orden de prioridades y dando a cada situación y problema la
- Abandonar las prisas: No hay que tener apremio por volver a mantener la vida sexual normal, ya que puede generar más ansiedad en la persona afectada.
- Hablar: Como para cualquier otra situación de crisis por la que atraviese la pareja, la comunicación y compartir el problema entre los dos miembros es lo más importante.
- Analizar: Observar con calma la situación para abordar las posibles soluciones, sin provocar un drama por un cambio circunstancial en los hábitos sexuales de la pareja.
- Imaginación: Es importante mantener un poco de suspense en la pareja, que no se pierda la “magia” de los primeros encuentros. A largo plazo, la seguridad adormece los instintos y si la tensión acumulada es muy grande aún se anestesian más.
El estrés, el sexo y la falta de deseo.
El estrés, el gran enemigo.
El estrés y el sexo se relacionan directamente aunque no seamos siempre conscientes de ello. Cuando la falta de deseo se debe al estrés, hay que buscar soluciones. Combinar la terapia sexual es una alternativa eficaz junto con el tratamiento del estrés.
Este problema suele ir agudizándose con el tiempo si no hacemos nada. Recomendamos consultar con un sexologo para que te ayude a estimular el apetito sexual. El asesoramiento de un especialista en sexología es crucial para volver a disfrutar de las relaciones sexuales.
Estar sometido a un estrés muy frecuente y durante un largo periodo de tiempo puede causarnos diferentes problemas de salud física y psicológica. La falta de deseo sexual es uno de los síntomas más comunes del estrés.
Cuando estamos estresados podemos tener problemas de ansiedad o insomnio. Es común también sentirse más tristes, irritables, apáticos y cansados. Si no nos sentimos bien física y emocionalmente perdemos la iniciativa. Y con ello, también el interés por las actividades que normalmente nos hacen sentir bien. Si estamos demasiado estresados, nuestra cabeza estará llena de preocupaciones. Pero ¿Cómo se relacionan el estrés y el sexo? Con la ansiedad y el agobio surgen las dificultades para desconectar del trabajo y de todo lo que nos preocupa. En este estado es muy probable sufrir falta de apetito sexual.
La ansiedad y el estrés son los principales enemigos de una vida sexual satisfactoria. Y una de las causas más frecuentes de la falta de deseo sexual.
El estrés y el sexo. ¿Cómo afecta?
- El problema de la falta de deseo sexual normalmente va apareciendo de forma gradual y suele empeorar con el tiempo si persiste la situación.
- Normalmente los pacientes acuden a consulta cuando ya llevan un largo periodo con este problema.
- Al principio no le dan tanta importancia pero con el empeoramiento van apareciendo las preocupaciones, la frustración y el malestar por la falta de deseo.
- La inhibición del deseo sexual no es un problema hasta que no genera un malestar emocional a la persona que lo sufre o a su pareja.
- En todo caso, podemos afirmar que dejar pasar el tiempo no suele ser una buena solución viable.
- Como hemos dicho, normalmente el problema se irá agudizando. Por lo tanto, en caso de notar un descenso del deseo sexual siempre es recomendable consultar con un sexologo.
Cuando la falta de deseo sexual se debe principalmente al estrés, es necesario combinar la terapia sexual con el tratamiento de los problemas de estrés.
Nuestros Sexólogos y Sexólogas en la Clínica aconsejan…
Nuestro equipo de Sexologos y Sexólogas en Valencia os propone algunos consejos para gestionar mejor el estrés y el sexo y que no afecte a la pareja:
- Aprende a desconectar y a gestionar tus preocupaciones. En caso que tu estrés sea laboral es importante que aprendas a desconectar del trabajo. Tus preocupaciones laborales debes afrontarlas en tu tiempo de trabajo.
- Practica alguna técnica de relajación y realiza ejercicio físico. Está demostrado que ambas actividades son eficaces para gestionar el estrés.
- Establece prioridades y reserva un tiempo a solas con tu pareja.
- Identifica en qué momentos te sientes menos cansado y puedes tener una mejor predisposición para tener un contacto físico agradable con tu pareja.
- Os recomendamos que quitéis presión y que os olvidéis temporalmente de practicar el coito. Buscad las sensaciones y el placer en todo el cuerpo, más allá de los genitales. Esto también os ayudará a salir de la rutina.
- Estimula tus fantasías sexuales. Para aumentar tu deseo sexual debes pensar en sexo y esto podemos facilitarlo exponiéndote a diferentes tipos de estímulos sexuales: puedes leer literatura erótica o ver videos eróticos. Si eres mujer y no te gusta el porno, investiga porque no todo el porno es igual. Hay directoras como Erika Lust que realizan un tipo de cine porno pensado y creado especialmente para mujeres.
- Sal de la rutina y diviértete: Jugad, cambiad de lugar dónde practicáis las relaciones sexuales, atrévete a visitar un sex shop con tu pareja y a probar algún juguete.
En una relación de pareja, la mayoría de veces aparecen pequeñas trabas o problemas que, en la mayoría de casos, tienen solución. La alteración del deseo sexual puede ser una de estas dificultades.
Hay que comprender y aceptar que el deseo sexual no es una emoción lineal en el tiempo. De una manera generalizada hay la creencia de que si una relación funciona, siempre tiene que existir este deseo erótico hacia nuestra pareja, que en parte es cierto, pero esto no implica que siempre se tengan que tener ganas de mantener relaciones sexuales o que se quieran expresar o manifestar del mismo modo.
Especialmente en las mujeres, el deseo erótico es muy cíclico; está muy relacionado con las hormonas y los ciclos menstruales y esto nos afecta a la hora de tener más o menos ganas de mantener una relación sexual. También la monotonía en las relaciones puede influir en estas ganas y, evidentemente, si hay problemas o preocupaciones externas (ya sean con la pareja, trabajo, estudios, familia, salud, etc.), también influirán en nuestra sexualidad.
Por todo esto es importante tener una pareja al lado que lo entienda. Para poner remedio, se tiene que hablar del tema, se pueden probar cosas nuevas (introducir posturas diferentes, juguetes eróticos, juegos sexuales, etc.) y sobre todo, no se tiene que presionar a un cambio de actitud inmediato.
El peor intento de solución a la falta de deseo sexual es la presión (ya sea física o psicológica) por parte de la persona más libidinosa de la pareja, o incluso, por la parte menos deseosa, accediendo a practicar sexo para no sentirse mal pensando que podría herir a la otra persona con un “ahora no me apetece”. El hecho de “sentirse obligado/a” a mantener una relación sexual no deseada en un momento determinado, puede provocar el efecto contrario, es decir, mayor inhibición del deseo sexual; además de otras emociones y sentimientos negativos.
Por lo tanto, si nos encontramos en esta situación de falta de deseo erótico, primeramente deberemos “normalizarlo” pensando cómo es nuestro deseo habitualmente y a lo largo de toda nuestra experiencia y, seguidamente, plantearnos si hay algún factor externo que nos pueda estar afectando o influyendo, o si lo que sentimos es monotonía en nuestras relaciones, o bien, si queremos continuar estando con nuestra pareja. También es importante recordar que una relación de largo recorrido no acostumbra a mantener una libido como la del primer día y esto también es difícil de asumir en algunos casos y/o para algunas personas.
La sexualidad individual y de pareja evoluciona y a veces no hacia las mismas latitudes, pero si hay comunicación y se intenta comprender, respetar y llegar a un equilibrio, se pueden encontrar soluciones y acuerdos.
Has experimentado falta de deseo sexual y ¿no sabes con quién hablarlo?… Le pasa a más personas de las que imaginamos y puede afectar a la relación de pareja. Consideramos que tenemos un deseo sexual inhibido cuando nos sentimos insatisfechos con nuestro deseo sexual y ésto nos genera un malestar acusado o dificultades de relación interpersonal. No hay una frecuencia establecida de relaciones sexuales que podamos considerar normal, ya que existe mucha variablidad. Si te sientes insatisfecho con tu deseo sexual o el de tu pareja puedes consultar a un sexólogo para realizar un coaching sexual que te ayudará a estimular el deseo y a que disfrutes más de tus relaciones sexuales.
La variabilidad en el nivel de deseo sexual de las personas es amplísima, haciéndose muy difícil definir cuáles serían los niveles “normales” en términos cuantitativos. Con tanta variabilidad, el valor discriminativo más importante es si la persona (o su pareja) se siente insatisfecha con su nivel de apetencia, es decir si experimenta falta de deseo sexual.
El funcionamiento del apetito sexual es parecido a los demás “apetitos”, como por ejemplo el hambre y el sueño, que representan la parte más instintiva del ser humano. Esto significa que la biología influye en el grado, intensidad y frecuencia con que tenemos dichos apetitos. No obstante, dicha tendencia es modificable mediante la práctica y el entrenamiento.
La falta de deseo sexual está afectando a la relación de pareja. ¿Qué hacer para evitarlo?
El bloqueo del interés sexual puede tener múltiples causas. Si llevas un tiempo insatisfecho con tu deseo sexual o el de tu pareja puedes consultar a un sexólogo. Realizar un coaching sexual te ayudará a identificar las causas de tu deseo sexual inhibido y te proporcionará herramientas prácticas para estimular el deseo sexual. En el coaching sexual se intenta superar la letargia o inercia con un “entrenamiento erótico” que tiene el objetivo de avivar la apetencia, exponiéndose a diversos estímulos de origen sensual/sexual.
Es habitual que si llevas un tiempo sin deseo sexual hayas empezado a evitar cualquier situación que pueda desencadenar en un encuentro sexual (una caricia, un beso, etc). Esta estrategia de evitación contribuye a que el problema se mantenga, de modo que “cuánto menos sexo practicas, menos deseo sexual sientes y cuánto menos deseo tienes, menos sexo practicas”.