Ansiedad normal y ansiedad patológica

¿Las diferencias individuales en la reacción de ansiedad ante una misma situación indican patología?

Pregunta:

¿Las diferencias individuales en la reacción de ansiedad ante una misma situación indican patología?

Respuesta:

Si un individuo reacciona en alguna ocasión con altos niveles de ansiedad ante una situación, ante la que otros individuos no experimentan tanta ansiedad, podemos hablar simplemente de una reacción de alta intensidad, o de una reacción aguda de ansiedad en un nivel no demasiado alto, que es puntual y no extrema. Esto no suele suponer ningún trastorno.

El problema vendría si esta forma de reacción aguda es excesivamente intensa, como en los ataques de pánico o crisis de ansiedad (en los que el individuo no puede controlar su ansiedad y alcanza niveles extremos), o bien cuando se establece dicha reacción aguda como un hábito, es decir, si una reacción de ansiedad de alta intensidad se vuelve crónica, o se vuelve muy frecuente.

La reacción aguda de ansiedad no siempre es patológica, sino que puede ser muy adaptativa. Por ejemplo:

si la situación que la provoca requiere una fuerte reacción de alarma que nos prepare para la acción (si se nos exige una gran concentración en una tarea para la que se necesitan muchos recursos de la atención),

o si requiere una gran activación fisiológica (porque necesitamos tensar más los músculos, bombear más sangre, más oxígeno, etc.),

dicha reacción de ansiedad nos ayudará a responder mejor ante esta situación.

Existen unos criterios prácticamente universales para determinar si el comportamiento de una persona cabe diagnosticarlo como un trastorno de ansiedad. Estos criterios están recogidos en las dos clasificaciones de trastornos mentales (o psicopatológicos) más importantes:

  • DSM-IV (Asociación de Psiquiatras Americanos, APA)

  • ICD-10 (Organización Mundial de la Salud, OMS)

En ambas, son similares los criterios para diagnosticar un trastorno de ansiedad.

Miedo. El bloqueo que no nos deja vivir.

Mejor vivir sin miedo

La ansiedad es miedo al futuro. La culpa es miedo al pasado. Los miedos que tienden a ser más recurrentes en la vida son el miedo a no llegar al nivel requerido y el miedo a no ser querido por los demás. Aquello que más deseamos suele ser la raíz de nuestros mayores miedos. El miedo produce sus buenas dosis de cortisol.crisis-panico

El miedo suele activar tres fantasmas en la mente: “No tengo futuro”, “no tengo valor”, “no tengo quien me ayude”. Los fantasmas de la mente producen una psicología de perdedores en la que la abundancia de emociones negativas va unida a un perfil pobre de decisiones.

Los miedos son estados emocionales que predisponen a la huida; a no resolver las cosas. Los miedos son paralizantes y fomentan la rigidez mental y la inflexibilidad en el comportamiento.

En la mayor parte de los casos los miedos están fabricados por la mente sin una causa objetiva que los justifique. En cierta forma son verdaderas “fantasmadas” de la mente que limitan su buen uso.

El miedo segrega cortisol y cuando se tiene un nivel alto de cortisol en la sangre nos volvemos más impacientes, irritables y ansiosos. Además, la visión de túnel provoca una sobre-fijación en el problema causante del miedo.

Hay que saber salir del bucle negativo causado por un nivel excesivo de cortisol en sangre. Los niveles de cortisol se pueden reducir con las siguientes actividades:

  1. Haciendo actos de agradecimiento. Crea rituales a lo largo del día en los que disfrutes de minutos intensos de gratitud, con la mano en el corazón, y en los que traigas a la mente situaciones y personas por las que sientes una profunda gratitud.
  2. Haciendo actos en los que se perdone a quien nos haya hecho algún daño en el pasado.
  3. Haciendo un buen duelo con protocolos de cierre. Un duelo está bien realizado cuando en el interior se ve y se siente que se ha sido capaz de sacar más bien que dolor de un mal. Un protocolo de cierre es un acto simbólico, lleno de intención, en el que das por cerrado emocionalmente un tema del pasado que te esté incordiando. Protocolos de cierre típicos son una carta, una llamada, etc.
  4. Haciendo más ejercicio físico.

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La guerra de las hormonas se puede y se debe ganar. Hemos de ser responsables de nuestro propio estado interior; podemos ser dueños de nosotros mismos. No compensa ser víctimas de las circunstancias externas. Nelson Mandela encontró en el poema de W.E Henley una frase llena de sabiduría: “Soy el dueño de mi destino; soy el capitán de mi alma”. Con esta filosofía nos podemos centrar en construir nuestra realidad interna en vez de perdernos en una realidad exterior que no podemos controlar.

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