El Matrimonio no Consumado se caracteriza porque la pareja, conviviente o no, luego de un cierto tiempo que ha sido fijado arbitrariamente en seis meses, no ha podido practicar el coito con penetración vaginal.
Algunos prefieren hablar de parejas no consumadas puesto que se puede dar en novios o concubinos. A veces es uno de los dos miembros el que aparenta estar “enfermo”, otras veces son ambos. Él puede tener dificultades en la erección o ella padecer vaginismo. Ella puede tener una verdadera fobia a ser penetrada y él ser un eyaculador precoz que eyacula antes de penetrar. O ambos padecer un deseo sexual inhibido o hipoactivo, con baja libido.
Los trastornos sexuales pueden alternarse en el tiempo o ser concomitantes, pero siempre se mantienen de a dos. Por ejemplo: cuando ella quiere, él no logra la erección; cuando él la logra, ella presenta una contracción de los músculos de la vagina; si ella pudo relajarse y vencer la fobia, él presenta una eyaculación ante portas (antes de la penetración vaginal). El miedo los invade: a la maternidad o paternidad, al embarazo, a ser desgarrada o lastimada, a sufrir, a dañar o ser dañado en los genitales (claras fantasías castratorias), incluso se detectan fantasías sexuales de caer en la prostitución. No se pude hablar de causas en general ya que se ve cada caso de la pareja en particular pero hay factores psicológicos o psiquiátricos, familiares, educacionales, religiosos y del vínculo en sí mismo. Por supuesto puede haber factores orgánicos en algunas impotencias o en las llamadas dispareunias (coito doloroso) que no se pueden dejar sin resolver. Muchas veces detectamos abusos sexuales en la infancia y antecedentes de violaciones.
El matrimonio no consumado es cada día más frecuente en la consulta sexológica, no porque antes no existiera sino porque ahora, gracias a la mayor difusión e información sobre temas de sexualidad, la gente se anima a sacar a la luz sus problemas.
Debemos aclarar que este sistema de interacción de la pareja se mantiene entre ambos y no porque uno de los dos sea el “malo de la película” o el “culpable”; quizás les cabe lo que decía Sartre: “semivíctimas y semicómplices”. Uno de los desencadenantes del pedido de ayuda, que pueden motorizar los cambios, suele ser el deseo de tener hijos o cuando alguno de los dos cónyuges amenaza con separarse (es causa de anulación civil y religiosa del matrimonio) o simplemente porque ambos, o uno de ellos, sienten que esa relación no puede seguir así.
Contra lo que podría pensarse, muchas de estas parejas tienen todo tipo de juegos sexuales, con orgasmos incluidos; lo que no pueden es realizar la penetración vaginal: allí está jugada la escena temida. Incluso he tratado varios casos donde que ellas habían tenido hijos –por cesárea- y seguían siendo vírgenes (sus parejas les habían eyaculado en la puerta de la vagina abierta y lubricada, sin penetración).