La construcción del vinculo de apego

El vinculo de apego y la seguridad interna.

La teoría del vinculo afectivo atribuye un sentido muy especifico a la palabra apego en particular cuando se aplica a la relación madre (padre)-hijo. El vinculo afectivo o apego es una construcción afectiva basada en la necesidad que tiene el niño  de seguridad y de protección. Es un conjunto de gestos primitivos y biológicos cuyo fin es fijar la relación con la persona o personas con las que establece el vínculo afectivo que asegura su supervivencia. Esta necesidad es primordial en el bebe o en el niño, incapaz de satisfacer sus propias  necesidades. Los bebes se “pegan” instintivamente al o a los que le cuidan y que tienen esta responsabilidad de cuidado y vigilancia  hacia ellos.
Generalmente la población ve en el vinculo afectivo (apego) un estado afectivo de devoción y de amor entre dos personas. Vemos también la imagen de un vínculo o un apego que une  a dos personas aunque esta unión pueda ser positiva o negativa.
Según las diferentes  investigaciones, los  exámenes periciales clínicos y a la luz de la teoría que los sustentan, el apego del que aquí se trata no es sinónimo de afecto y de amor. Se trata de la  construcción de un vínculo con la figura de referencia (la cuidadora). El proceso empieza en la concepción, durante el periodo intrauterino  y los dos primeros años de la vida del niño.

El amor no es suficiente pero es esencial en el establecimiento del vínculo afectivo puesto que se trata de un compromiso emocional y afectivo que indica al niño que su figura principal de apego es capaz de protegerle, de darle seguridad y de amarlo. La permanencia  de este vínculo hace que el  niño se sienta único, y digno de ser amado.
El niño utiliza gestos actitudes y señales diversas, para  atraer la atención de la persona de referencia afectiva con el fin de lograr que ella entienda y atienda las necesidades que manifiesta por medio de ellos.images
Puede hacerlo agarrándose, con sonrisas, parloteando,  con llantos, con gritos y agitación motriz. Si los cuidados que recibe son los adecuados,  pasa del malestar y estrés, al confort. Estas interacciones diarias entre la figura de apego y el niño le permiten  establecer este  círculo de confianza esencial para la construcción de la seguridad interna del niño. Cuatro condiciones son necesarias para lograr la calidad en los cuidados: la sensibilidad de la figura de apego, la proximidad,  el compromiso y la reciprocidad. Un vinculo afectivo o apego  seguro permite al niño encontrar el equilibrio entre su deseo de explorar su entorno y la necesidad de que  la figura de apego este cerca. Este ciclo de repetición, de constancia y coherencia favorece la madurez de la mecánica neuronal.
Con el paso del tiempo estas señales evolucionan y se diversifican. La sensibilidad, la disponibilidad, la previsión, la reciprocidad, la constancia y las competencias de la figura de apego permiten al niño seguro el poder explorar su universo inmediato con toda confianza. Un vinculo afectivo establecido correctamente permite al niño encontrar el equilibrio entre su deseo de conocer su entorno y la necesidad de sentir cerca a la figura de referencia.

Pegarse para Despegarse

Conviene también considerar el apego  a lo largo de toda vida. Desde la vida intrauterina, el nacimiento, la más temprana infancia, la infancia, la pre adolescencia, la pubertad seguido de la adolescencia. Esto le permitirá establecer los lazos con sus iguales a través de la búsqueda de su identidad. Después, en la edad adulta, lo hará con su pareja y su círculo de amigos.
Hoy, los nuevos avances de la investigación en neurociencias nos indican que la construcción  de este vínculo se inscribe en todo el proceso de desarrollo global del niño. Y será determinante,  en particular, en su desarrollo cerebral. Los impactos de una construcción malsana y perturbada del vinculo de apego pueden ser muy importantes sobre todo el desarrollo global del niño tanto desde el punto de vista afectivo, intelectual, cognitivo, sensorial, motor y social. Se observan consecuencias permanentes de minusvalía en el niño, el adolescente y el adulto en muchas esferas de su desarrollo, de su personalidad y de su vida. Algunos estarán en  riesgo de tener problemas serios de salud mental y de psicopatología.