Segunda fase de la adolescencia (desde los 15-16 hasta los 19 años)
Se empieza a ser más independiente de padres y madres, habiendo una mayor preocupación por el aspecto corporal y la necesidad de que éste refuerce su propia identidad (colocación de piercings, tatuajes, etc.).
Surge con fuerza el enamoramiento, con ciertas diferencias de entre chicos y chicas en función de sus roles de género. La “primera vez” es una de las inquietudes en estas edades, dándose las primeras experiencias coitales, lo que da pie a que se despierte un interés por conocer y usar métodos anticonceptivos, especialmente el preservativo.
Es muy importante poder acceder a la información necesaria para promover una vivencia positiva y saludable de su sexualidad. La figura de padres, madres y otros educadores sigue siendo esencial para su desarrollo.
Educación afectivo sexual.
La educación afectivo-sexual y la sentimental son claves y deben ser una parte más de la educación que se tiene que recibir. La familia es la principal y primera responsable de la misma (sin que ello signifique que no se deba afrontar también desde el sistema educativo). Sin embargo, a menudo los padres y las madres prefieren evitarlo por diversas razones: “no es el momento adecuado”, “ya se lo explicarán en el colegio”… La inseguridad o la incapacidad para afrontarlo suelen estar detrás de este tipo de argumentos.
Hay que tener presente que:
- Aunque no se aborde de una forma concreta, las madres y los padres inevitablemente ejercen un papel esencial en el modelaje de la personalidad y la sexualidad de sus hijos e hijas con sus juicios de valor, la propia vida en pareja (el respeto, la igualdad, la corresponsabilidad), el tipo de relaciones afectivas que se establezcan en el seno familiar, la forma de resolverse los conflictos, mediante aquello que prohíben o permiten…
- La sexualidad provoca mucha curiosidad en los niños y adolescentes y si no obtienen la información de sus padres/madres, la buscarán en otras fuentes (internet, TV, amigos, libros,…).
- La comunicación abierta y la información precisa y veraz que brinden los padres aumentan las probabilidades de que los menores pospongan las relaciones sexuales coitales y usen los métodos apropiados de control de la natalidad y cuidado de su salud, una vez que comiencen a tenerlas.
La educación sexual desde la edad temprana puede contribuir a que niños y niñas se desarrollen de forma más equilibrada y sean capaces de comprender los cambios que experimentan en su propio cuerpo, en sus estados de ánimo y en la manera de relacionarse con los demás. Así mismo dispondrán de mejores habilidades y destrezas para tomar decisiones autónomas adecuadas que les ayuden a vivir su sexualidad de modo saludable y evitar situaciones de riesgo para su salud física o mental y para la de los demás.
El papel desde las familias como educadores es ayudar a encontrar respuestas, si bien, los padres y madres no están solos en esta tarea y tanto en la escuela como en otros espacios educativos informales, los adolescentes y jóvenes reciben información y apoyo.
Informar sobre la sexualidad no sólo no induce a la práctica sexual sino que tiene un efecto protector, potencia la reflexión y retrasa el inicio de las relaciones coitales.
Recursos de apoyo.
¿Cómo entiende la población joven la sexualidad?, ¿Dónde se informan? ¿Cuáles son sus referentes?, ¿Qué imaginarios manejan?, ¿Qué rol tienen las escuelas, las familias, los amigos o los medios de comunicación en nuestra educación afectivo-sexual?
Ante estas preguntas a veces no tenemos la información adecuada.
En el siguiente enlace al proyecto Sexoafectivo – un proyecto para la promoción de la salud afectivo-sexual de adolescentes y jóvenes de 14 a 25 años – existen múltiples guías, documentos y vídeos de apoyo para facilitar el abordaje de la sexualidad, así como actividades formativas online dirigidas a jóvenes, padres y educadores.